lunes, 27 de julio de 2009

LOS PRODUCTORES DE SOJA DE ESTO NO HABLAN. LA TRAMPA MORTAL


Esta nota fue publicada el jueves 23 de julio 2009 en la revista Análisis de Paraná.

Daniel Tirso Fiorotto -Especial para ANÁLISIS

TRAMPA MORTAL

Expertos de la salud denunciaron que la fumigación con insecticidas y herbicidas a gran escala provocó daños irreversibles en mujeres y niños entrerrianos. Algunos comparan el problema con un genocidio por la proliferación de cáncer, malformaciones, abortos, y aseguran que se da ante nuestros ojos en esta provincia y se extiende por cuatro países de Sudamérica, cuyos pobladores fueron tomados como “ratones de laboratorio”. Otros aseguran que el problema estallará en un escándalo de proporciones, tarde o temprano, y que los últimos estudios del Conicet obligarán a políticos y empresarios a poner las barbas en remojo porque las víctimas los esperan en Tribunales con severas denuncias penales, en las que se describen delitos de lesa humanidad. Los testimonios son desgarradores en Entre Ríos: soy un esqueleto, dijo Fabián Tomasi, de Basavilbaso. Soy un esqueleto, dice un trabajador de Basavilbaso

Obreros que se sienten ratones

Expertos de la salud denunciaron que la fumigación con insecticidas y herbicidas a gran escala provocó daños irreversibles en mujeres y niños entrerrianos. Algunos comparan el problema con un genocidio por la proliferación de cáncer, malformaciones, abortos, y aseguran que se da ante nuestros ojos en esta provincia y se extiende por cuatro países de Sudamérica, cuyos pobladores fueron tomados como “ratones de laboratorio”. Otros aseguran que el problema estallará en un escándalo de proporciones, tarde o temprano, y que los últimos estudios del Conicet obligarán a políticos y empresarios a poner las barbas en remojo porque las víctimas los esperan en Tribunales con severas denuncias penales, en las que se describen delitos de lesa humanidad. Los testimonios son desgarradores en Entre Ríos: soy un esqueleto, dijo Fabián Tomasi, de Basavilbaso.

“Nunca me ofrecieron cuidados, me dejaron a las buenas de Dios”, dice Fabián Tomasi.

Este obrero de Basavilbaso se considera un testimonio en cuerpo y alma de los efectos nocivos de los agrotóxicos sobre los seres humanos, y celebra estar vivo aunque con la salud a la miseria, para echarles en cara sus sufrimientos a los expertos, empresarios y políticos, y para alertar a los que ignoran este flagelo.

Es un caso emblemático pero no singular. Personas de Gilbert, Basavilbaso, Rocamora, Gualeguaychú, Paraná, Diamante, Villa Urquiza, Rosario del Tala, Líbaros, Larroque, y la zonas a la vera de la ruta 11 entre Oro Verde y Gualeguay, son algunos de los sitios en los que se encendió la luz de alerta por los efectos nocivos del uso de agrotóxicos en esta provincia.

La problemática fue advertida hace años, incluso en Paraná hubo especialistas que alertaron sobre los efectos de agroquímicos en anfibios y peces, pero sin repercusión entre las autoridades sanitarias. Los resultados de investigaciones realizadas en el Conicet, divulgados este año, reforzaron las sospechas, para algunos, y las certezas para otros, de que estamos ante un modelo que no ofrece garantías para la salud de los humanos.

Es cierto que si de soja se trata, en la última campaña bajó en casi 300 mil ha la superficie cosechada, y que en volumen se trilló el equivalente a un tercio de la cosecha anterior en esta provincia. Pero eso ha sido producto de las malas condiciones ambientales, no de políticas contra el monocultivo. Y esa merma que significó pérdidas para muchos productores no tuvo como contrapeso una mejora en otros rubros, de modo que el modelo continúa casi intacto, con más enfermos y menos productores.

El doctor en medicina Andrés Carrasco, responsable del Laboratorio de Embriología Molecular del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) e investigador de la Universidad de Buenos Aires lanzó el último y más poderoso misil contra los agrotóxicos porque comprobó que el glifosato, el producto más usado en el control de malezas en nuestra provincia y la Argentina toda, no es inocuo como pretende la empresa que lo fabrica, la multinacional Monsanto, sino que dañó con certeza a los embriones de anfibios que su departamento estudió.

El revuelo entre los empresarios fue mayúsculo, el propio Carrasco sufrió amenazas, y los gobiernos nacional y provinciales todavía no acusaron recibo pero es de suponer que algo preparan para no quedar tan pegados a un modelo que sería responsable de malformaciones, cáncer y abortos al por mayor. De modo que los estudios de impacto acumulativo tan resistidos, inexplicablemente, por esos gobiernos, ya dejaron de ser un reclamo sectorial y silenciado.

“Del estómago hacia arriba tengo los músculos secos, no tengo músculos en los brazos, soy un esqueleto”, se confiesa sin reservas el entrerriano Tomasi, que al sufrir en su propio cuerpo los daños de los químicos empezó a investigar su problema y se convirtió en una forúnculo para los defensores a ultranza del sistema de producción extensiva a gran escala con el uso de agroquímicos y semillas modificadas. Hoy quisiera debatir, cara a cara, con catedráticos, ingenieros, empresarios o políticos, sobre los efectos de los químicos pero lamenta que nadie acepte el convite.

Los adelantados

En esta provincia, como en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y otras regiones, surgieron en la última década dirigentes de base y profesionales conscientes del problema que denunciaron la situación. Tal vez el más conocidos de ello sea Jorge Rulli, fundador y militante del Grupo de Reflexión Rural –GRR-, y coordinador de la campaña “Paren de fumigar”, pero en nuestra provincia existen militantes de esta causa en varias localidades.

Es el caso de Basavilbaso, donde el médico Roberto Lezcano advirtió el flagelo que enfrentaba, estudio, denunció, y hoy es un bastión en el alerta por la manipulación de agrotóxicos. “El caso de Fabián Tomasi es extremo, no se cuidó y allí están las consecuencias”, dice el Lezcano, que atendió al joven en su ciudad de antigua vida ferroviaria.

Las inquietudes de Lezcano se convirtieron en alarma hace pocos años, cuando en Basso se produjo una mortandad masiva de aves, cerdos, perros, y desde entonces registra, sigue, observa, sienta precedentes y se presenta ante los fiscales y jueces. “Aquí tenemos casos muy desgraciados como el de los niños de Tala o de Gilbert, y hay zonas con la población muy expuesta, como en el corredor de la Ruta 11 entre Oro Verde y Gualeguay. Hay casos de exposiciones frecuentes que van alterando el organismo de a poco, los efectos son a mediano y largo plazo”, comenta.

Recuerda que el problema explotó con mayor fuerza con el caso del barrio Ituzaingó Anexo, de Córdoba, con denuncias por la acumulación de enfermos de cáncer, y demandas que involucran a empresarios y dirigentes políticos y que están bien expuestas en la obra “Pueblos Fumigados” de Rulli.

Los dictámenes de la justicia cordobesa contra las fumigaciones y los fumigadores fortalecieron las luchas del Grupo de Reflexión Rural y sensibilizaron al país, porque las denuncias empezaron con madres que padecían cáncer o tenían a sus hijos enfermos, cuando el GRR ya venía alertando por las consecuencias de los agrotóxicos desde hacía un lustro, sin eco entre las autoridades.

500 metros, más lógico

Ante el testimonio de Fabián Tomasi, el doctor Lezcano no acusa al obrero por sus padecimientos ya que los trabajadores, dice, no fueron informados correctamente, y recuerda el caso de otro obrero de apellido Sobral que era banderillero (en la pulverización por avionetas) y luego preparador de insecticidas y sufre de síndrome cerebeloso.

“Usted está en su casa tomando mate, y un vecino invade su terreno, su casa, fumigando a 150 metros. ¿Qué derecho tiene?”, comenta Lezcano contra el rociado que es habitual en zonas rurales y dice que los 50 metros de distancia que exigen las normas son un disparate. “Aquí están probando a 500 metros”, indicó, y por ahora los resultados parecen aceptables.

Para Lezcano “faltan decisiones políticas” que permitan un cambio drástico en el sistema productivo, pero no hay que esperar a que se den las reformas totales y los estudios de impacto, hay que actuar ahora, dice, controlando, frenando los abusos, dando más distancia entre la fumigación, las viviendas, los cursos de agua.

“Tengo material demostrativo de que se violan las normas, que caben denuncias penales contra autoridades del Senasa”, sostiene Lezcano. Las acusaciones contra autoridades del Senasa no llaman la atención. En la provincia ocurrieron gravísimas intoxicaciones masivas, en las que esas autoridades brillaron por su ausencia y ni siquiera pidieron testimonios a las víctimas o explicaciones a los victimarios, ni realizaron estudio alguno.

Lezcano admite que en los últimos meses nota mayores prevenciones en los aplicadores, pero apunta que eso no alcanza. Dice que en el Poder Judicial, cuando comenzaron las denuncias, los fiscales y jueces no estaban al tanto de la legislación vigente, en cambio en la actualidad se muestran más atentos y filosos, y de hecho él mismo sigue varias denuncias porque cada tanto aparecen nuevos casos. “Este año presenté tres denuncias, y otra gente lleva cinco o seis en la zona, incluso con niños”, que han sido víctimas como el hijo de un obrero rural.

Un gran tubo de ensayo

“Nuestro territorio es un laboratorio comprendido entre la cordillera y el Atlántico, han hecho de este lugar un gran tubo de ensayo”, aseguró el bioquímico Daniel Verseñazzi, integrante del Foro Ecologista de Paraná. “La producción de alimentos con químicos es una producción para un mundo que selecciona el alimento, no viene a darle de comer al mundo”, sostiene.

-¿Qué le diría a un presidente, un gobernador?, preguntó ANÁLISIS a Verseñazzi.

-Nosotros insistimos en la necesidad de revisar profundamente y definitivamente el modelo de producción agropecuaria. Es difícil lograr la aceptación de un cambio de modelo en quienes hacen uso del modelo para su enriquecimiento o su sostenimiento. Es un modelo que nos hace daño y no tiene futuro.

-Le dirán que con la soja no tienen futuro, pero sin la soja no tienen presente, con el tambo se funden, por ejemplo.

-Bueno, pero cuál es la transición… tenemos que construir nuevos tiempos. No se puede dejar pasar más, el tiempo que pasó ya es demasiado. Hoy, saber que tal uso de químicos produce enfermedad y muerte, y seguir usándolo como ha pasado con el endosulfán, es muy dañino. Porque se sabe que es un químico de alta toxicidad, pero para evitar la pérdida del stock se le da permiso hasta 2011, para que terminen las reservas. Parece una broma. Nuestros productores van camino a desaparecer no por las retenciones, van camino a ser rehenes de quienes manejan el paquete de la producción agrícola.

-De cero a cien, ¿cuánto hemos hecho en los últimos diez años para resolver el problema concreto del uso de agrotóxicos?

-No quiero decirte cero, pero estamos cerca. Las oficinas que tienen que controlar son promotoras de agrotóxicos.

No es sólo un estornudo

-¿Y a los productores, qué les diría?

-El reclamo del campo, de ser escuchado, que es legítimo, es un reclamo que el campo tiene que hacerse a sí mismo. Escuchar. No han escuchado los reclamos de sus vecinos dañados. Nos han maltratado en cuanta reunión hemos estado. Y algunos que han tenido difusión mediática, han relativizado, diciendo ‘ah, este es el gobierno que nos quiere correr con esto porque tiene el problema de las rutas ocupadas’. Una cosa no quita la otra. Yo no digo que el gobierno no haya querido utilizar algún programa de televisión para desprestigiar el reclamo, pero es legítima la demanda por la toxicidad que nos han impuesto, una toxicidad que no pasa por una molestia respiratoria, un estornudo: son enfermedades degenerativas, abortos, interrupciones de embarazos todas las semanas.

-Eso aquí, en Paraná.

-Tenemos dos y tres interrupciones espontáneas de embarazos todas las semanas… Los comodities no se producen más en Europa. Porque ellos, sus empresas, decidieron trasladar sus matrices de producción a otro lado. Botnia, Syngenta, Monsanto, Basf, Barricol. Todo lo que sea comodities, producción en escala. La globalización, la economía global es posible si se le da de comer y se le mantiene el ‘suntualismo’ a 1.500 o 2.000 millones de personas en el mundo. El resto está demás.

Silencio y grito, en Gualeguaychú

El panorama que dibuja Verseñazzi no podría ser más sombrío. Y los testimonios se repiten a lo largo y a lo ancho de nuestra provincia. Cerca de Gualeguaychú ocurrió un caso grave hace pocas semanas. Mirtha Hernández de Mattos y Virginia de Aulé sufrieron en carne propia los efectos del riego de productos químicos desde el aire, cerca de sus viviendas en Pehuajó Sud. Virginia padeció un cuadro respiratorio agudo, casi se desmayó, y debió quedar internada en Gualeguaychú.

Los hechos fueron denunciados ante autoridades provinciales, pero el abogado Eduardo Ronconi confió a ANÁLISIS que no habían recibido respuestas.

Para Ronconi, los fumigadores muestran el plan de vuelo y los productos que usaron para rociar las parcelas, todo dentro de la ley en apariencia, pero el profesional se preguntó qué controles realizan los organismos estatales, porque de hecho los problemas que padecieron Mirtha y Virginia en casas vecinas no son un cuento.

Productores de Pehuajó admitieron, ante consultas de Análisis, que en este caso, como en otros, las denuncias son morigeradas por el temor de las víctimas de generar dificultades a amigos o parientes que trabajan con grandes propietarios de los campos fumigados. Entonces se suelen conformar con el compromiso de la empresa fumigadora, de avisar, la próxima vez, con anticipación. Lo cual no debiera eximir al estado de la necesaria investigación.

En uno de los domicilios, además de provocar trastornos en la salud de las mujeres murieron gallinas y otros animales.

Claro que, ante la fama que tienen hoy los efectos de los agrotóxicos sobre viviendas, escuelas, arroyos, y los efectos menos palpables en la salud de embriones que luego terminarán en un aborto, pueden aparecer casos sospechosos que los vecinos, o la prensa, adjudiquen a los químicos con ligereza o irresponsabilidad.

Manuel Franz, un obrero rural de Lucas González que vivía en Maciá, falleció la semana pasada cerca de Basavilbaso. Trascendió que sus problemas de salud comenzaron con una intoxicación por sus exposiciones a los agrotóxicos, pero el director del hospital de Maciá, Ademar Vallejos, descartó esta hipótesis en diálogo con Análisis. “Estamos esperando los resultados de los estudios, pero en principio los médicos que lo atendieron vieron un cuadro de insuficiencia respiratoria por una neumonía complicada”, manifestó.

Estas son, sin embargo, excepciones. Lo natural es la repetición infundada de afirmaciones de empresas interesadas como Monsanto, ya condenadas en algunos países por sus mentiras. Y un ejemplo es lo que ocurrió con el intendente de Larroque, Raúl Riganti, que fue candidato a diputado nacional por el PJ hace poco.

Riganti defendió al glifosato, y la fundación Fundavida de Gualeguaychú le publicó una carta abierta. “Venga a Gualeguaychú y vaya a la Facultad de Bromatología donde investigadores nuestros demostraron tempranamente que el glifosato queda en las semillas, que no desaparece. O si usted quiere actuar responsablemente como productor y como legislador, lea las investigaciones del Dr. Andrés E. Carrasco… el glifosato en un plazo mediato será prohibido, pero mientras esto no ocurra seguirá haciendo su acción devastadora sobre la tierra, flora y fauna, los ríos y la salud de la población… Le solicito humildemente que revea su actitud, se informe y no actúe más como transmisor de mentiras que matan”, le dijeron en la carta firmada por el vecino Edgardo Moreyra.

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Novedades en la lucha por el uso desaprensivo de agroquímicos

El bioquímico y ambientalista Daniel Verzeñassi, integrante del Foro Ecologista de Paraná, dijo que los entrerrianos estamos ante un genocidio. Los gobernantes tienen que cambiar el modelo, apuntó en diálogo con ANÁLISIS, y los productores deben escuchar más a sus vecinos que se enfermaron por los agrotóxicos. Los abortos y las enfermedades degenerativas son inquietantes, aseguró, en nuestra región, y los responsables no han hecho más que “esconder la cabeza bajo la tierra”. También alertó que las multinacionales ya preparan el reemplazo del glifosato por el dicamba, para continuar controlando el mercado y eludir las responsabilidades.

-¿Qué cambia con los nuevos informes del Conicet sobre efectos de los agrotóxicos?

-Hay de todo. El informe de (Andrés) Carrasco es contundente. Estuvimos con él y con Jorge Rulli hace poco, en el hospital Iturraspe de Santa Fe. Que quiera desdibujárselo para darles un poco de tiempo, para que armen la estrategia de recupero y las respuestas a quienes hoy hacen el modelo de transgénicos y agrotóxicos, es otra cosa, pero el análisis de embriología en anfibios que hizo Carrasco es categórico. Y se le agrega lo del francés (Gilles Eric) Seralini.

-Hay un informe de hace varios años de Rafael Lajmanovich por acá, con renacuajos expuestos al glifosato.

-Claro, él habla de su observación empírica como especialista de la biología. Y Carrasco es un investigador de embriología, indaga en la genética, a partir de los toques que hace sobre genes que codifican caracteres alterados. Observa caracteres alterados y dice bueno: estos son los genes tocados en los embriones por la presencia del glifosato. Es un estudio comparativo impecable. Te decía que lo del francés Seraline se suma a “El mundo según Monsanto” de Marie Monique Robin, y todo va generando un panorama. Los fabricantes de glifosato ya no están desprevenidos.

-¿Qué van a hacer esas empresas?

-Como alrededor de treinta variedades vegetales autóctonas han generado ya resistencia al Glifosato, ya están armando el reemplazo del glifosato que es el dicamba. Van a querer impregnarse de un halo de cuidadosos y de investigación al servicio de la salud o o de la producción, advertidos de la necesidad de reemplazar un producto que viene siendo cuestionado. Un poco lo que ha pasado con Botnia, que cambia de firma. Van generándose las estrategias ventajosas para presentarse en sociedades que son adversas, y ante la justicia.

Comité de malformaciones.

-Pocos sitios crecieron en el uso de agroquímicos como Entre Ríos. Tenemos la idea de que se podrían realizar estudios de impacto acumulativo sin tanta dificultad.

-Y lo estamos haciendo nosotros con el Foro Ecologista. Estamos haciendo un relevamiento, acopiando información de casos. Empezamos a encontrarnos con gente que está haciendo lo propio... Se creó un Comité de malformaciones en el hospital San Roque, hace menos de un año. Es el resultado de lo que está pasando. El área que atiende la mecánica dental incorporó una especialidad de fabricación de paladares, para chicos que nacen con paladares hendidos o interrupciones del paladar. Todos los casos que aparecen en áreas rurales, están identificados como madres expuestas en los momentos de la gestación a fumigaciones con químicos, y sobre todo glifosato. Esto viene ya denunciado por el doctor (Hugo Gómez) Demaio. Demaio habla de los labios leporinos y los linfomas no Hodkin desde hace tiempo. Ahora, el hospital San Roque está perfeccionando la técnica para la construcción del paladar artificial del bebé, que le permita alimentarse los primeros meses, hasta que le hagan la cirugía de cierre.

-¿Son casos recientes?

-Los casos vienen apareciendo hace mucho tiempo, ahora empieza a aparecer la preocupación. Acá las respuestas a los problemas son siempre tardías. Es difícil anticiparse, como ha hecho por ejemplo la industria farmacéutica mundial con esto del Tamiflu. Fabrican el medicamento antes de que aparezca la gripe, como para sospechar ¿no?



Sudamérica, tubo de ensayo



-En un momento el propio Jorge Rulli usó una palabra extrema, dijo que estamos ante un genocidio. ¿Podemos sostener ese término?

-Sí. Sí. Sí. El investigador francés Gilles Eric Seralini no se explica cómo se permite seguir usando estos espacios como grandes laboratorios. Nuestro territorio es un laboratorio comprendido entre la cordillera y el Atlántico, han hecho de este lugar un gran tubo de ensayo.

-¿No llegó la hora de que los gobiernos exijan estudios de impacto urgentes?

-Estamos muy pasados, el momento ya pasó. Estamos mirando los problemas desde atrás, y no sólo en la Argentina.

-Claro que la presencia de estos cultivos en la Argentina y Brasil es fuerte.

-Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay, y una parte de Uruguay, es la ‘república unida de la soja’. Es la que la empresa Syngenta promocionó en 2003 en su publicidad famosa, un grito de geopolítica, un modo de organizar las regiones por cuencas de producción.

Tomasi, jubilado por intoxicación

Fabián Tomasi está en su casa, sufre a mares pero se expresa con absoluta lucidez respecto del problema que atraviesa y se muestra agradecido a pesar de todo. Cuando llegó al límite decidió denunciar. Hoy se les anima a todos y desde su debilidad y sus pobrezas resulta un problema para las multinacionales y los gobiernos. Hay que escucharlo.

-¿Cómo está?

-De salud un poco mejor, me regalaron un tratamiento que me salvó la vida, con medicina alternativa, porque con la medicina tradicional ya estaría muerto. Me están tratando como se trataba a las víctimas de Chernobyl.

-¿Cuáles son sus problemas?

-Neuropatía, causada por productos agrotóxicos. Tuve seis años de exposición masiva a los químicos y eso me marcó. Mis problemas son en el sistema nervioso, y se complicaron porque ya era diabético, insulinodependiente . Del estómago hacia arria tengo los músculos secos, no tengo músculos en los brazos, soy un esqueleto.

-¿Puede caminar?

-Ahora volví a caminar, en las piernas estoy mejor. Con mi experiencia llegué a la conclusión de que los insecticidas actúan en las personas como en los insectos, les cortan las posibilidades de andar y comer, yo mismo tengo problemas para trabar también. Siempre tengo una parte del cuerpo por donde me sale el veneno., en n todas las articulaciones, codos, rodillas, tobillos, tengo como chimeneas, me sale una arenilla, un líquido blanco.

-¿De ahí puede decir que es el efecto de los agrotóxicos?

-Soy víctima de los agrotóxicos, pero el veneno es simulador, después de las 36 horas de exposición no hay manera de detectarlo, los efectos son a plazo. No hay otra razón, los médicos lo determinaron, es increíble la devastación que tengo en el organismo. Frío en las extremidades, partículas de calcio, erupciones en la piel; tengo los pies vendados.

-¿Por qué esta decisión de denunciar?

-Para que no les pase a otros. Esa es mi meta. Pero siento indiferencia, porque soy contrario a la producción agropecuaria de la manera en que se practica ahora. Una cosa es ser ignorante, no saber, otra cosa es hacerse el tonto. Yo me crié en el campo, y no puedo permitir que con ese trabajo se perjudique a las personas. Es un desborde, las multinacionales han implantado este modelo.

-¿Cómo se siente de espíritu?

-No duermo. Creo que es por todo lo que esto me ha hecho perder. Duermo un poco a la mañana, se me ha cambiado el metabolismo. Las noches se me hacen muy largas. Miro televisión, miro los canales rurales porque al enemigo hay que conocerlo. Yo pienso que aquel que me ha agredido así es un enemigo.

-¿Usted no se cuidó por ignorancia?

-Me considero un ignorante. Recién estoy aprendiendo. Nunca me ofrecieron cuidados, control. Me dejaron a las buenas de Dios. Y no soy solo, todos fuimos expuestos así. Ahora he conocido a ambientalistas muy comprometidos que denuncian y atienden, yo no me considero ambientalista, hablo desde mi dolor, mi sufrimiento. Soy un accidentado. Y sueño tener un contrapunto con un ingeniero agrónomo.

-¿Qué productos manipulaba?

-Todo lo que se imagine. Aquí no hay control. Se usan sustancias prohibidas por la ley porque son más efectivas. Los ingenieros estudiaron para conocer el daño de los productos en las plantas, pero no en las personas.

-¿Tus vecinos cómo lo trataron?

-Muchos prefirieron no ver, les vino bien que yo no pudiera salir, es más fácil ocultar el problema. Otros han sido muy generosos. En este momento llega una enfermera, Estela Eckerdt de Ovalle, que me cura gratis porque no tengo dinero. Es un gesto que quiero destacar.

-Me decía que no tenía dinero.

-Tuve que auxiliarme mi mamá. Yo trabajaba, también manejaba un remís, pero no pude continuar con nada por el deterioro de mi salud. Tuve que refugiarme en casa de mis padres y ahora creo que hice mal, mi padre no pudo soportar verme así, creo que murió de tristeza.

-¿No recibió ayuda?

-Recibimos alguna ayuda, pero no un ingreso permanente que me permitiera subsistir con mi hija, tengo una hija de 14 años. Tramité la jubilación por incapacidad, y me aconsejaron que dijera que mi estado era por la diabetes, pero cuando estuve frente a la la Junta de médicos les expliqué todo, me pidieron que me desvistiera y se asombraron de mi estado. Ayer, en el Día del Amigo, recibí la notificación de que tendré una jubilación desde agosto, y no por la diabetes sino como intoxicado por agrotóxicos. Eso me trajo un poco de paz, porque es la verdad.
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